lunes, 5 de julio de 2010

Algunas palabras…para la lectura del discurso de Orden, con motivo del II Reencuentro Familiar de los Descendientes de Maximiliano Rodríguez

Algunas palabras…para la lectura del discurso de Orden, con motivo del II Reencuentro Familiar de los Descendientes de Maximiliano Rodríguez y Paula Pérez, realizado en Villa de Cura, los días 19 y 20 de Junio del 2010.

Queremos darles las gracias a los “Primos de Maracay” por lograr hacer realidad con todo éxito este segundo reencuentro familiar, Primo Somos Todos, como descendientes de Maximiliano Rodríguez y Paula Pérez, realizado en tan maravilloso lugar; Casa Campestre en la vía a San Juan de los Morros Edo Guarico. Tanto los que asistimos como los que no pudieron, nos sentimos todos muy orgullosos de pertenecer a ese árbol genealógico. Esto fue posible gracias a la buena planificación del evento, bastante trasnocho y tareas cumplidas por Alex, Mariana y muchos otros Primos, en la logística como en la preparación de los videos exhibidos que nos sacaron algunas lágrimas de tanta sensibilidad y emoción al recordar a aquellos que se nos han ido. Las palabras sobran y faltan para reconocer todo ese trabajo. No menos emocionante, placentero y familiar fue el discurso de orden por nuestro querido Primo Enrique Loyo Ordaz, una clase magistral respecto a la familia en sí, como el verdadero legado que tenemos los descendientes de Maximiliano, tomando en cuenta la situación general en este mundo, y en esta era, de vivir sin valores morales, sociales, políticos etc. Y tomando unas palabras del primo Enrique; “Creemos que esta circunstancia aparentemente intrascendente va fortaleciendo cada día mas los lazos de la familia, creo que estamos en la ruta cierta de construir un país, como una gran familia y esto es obra de todos y un camino que comienza cada día.” Saber que estamos construyendo la historia, haciendo recordar que tenemos nuestro héroe con ese poder, la facultad, el carisma de reunirnos en familia año tras año y ese ritual continuara cada 15 de agosto al recorrer la vereda hacia su tumba allá en la Hacienda de los Loyos en El Paraguay. Gracias y felicitaciones también al primo Enrique.


Hay muchos mas comentarios positivos sobre el evento que se los dejaremos a quien quiera opinar sobre el mismo, como el arreglo del pendón sobre el origen del apellido Rodríguez, la firma de este y la entrega como compromiso de la realización del evento para el próximo año, el lugar del próximo reencuentro o cualquier anécdota que se quiera contar, esperamos que lo lean con detenimiento y dedicación, dejémosle este espacio a los demás. Anexamos algunas fotos y los videos preparados para esos dos días.


PRIMOS SOMOS TODOS.


Jose R Rodríguez y Orleáns Rodríguez A


Discurso de Enrique Loyo con motivo del II Reencuentro "PRIMOS SOMOS TODOS"

Preámbulo

Este discurso está dirigido a los grandes ausentes de la familia, porque la convocatoria a reunirnos en familia siempre la han hecho nuestros grandes ausentes. Sin ánimos de crítica alguna, a este país le hacen faltas muchísimas cosas, pero sobre todo le hacen falta familias sólidas como fueron las nuestras. Y este acto, que puede estar pleno y está pleno de alegría por los bien cumplidos 50 años de nuestro querido primo Otilito, significa, además, el fortalecimiento del sentido de familia en base a la memoria, no solamente del abuelo famoso, sino de aquéllos que son famosos en el silencio de nuestros corazones. Si cada familia de este país se estuviera reuniendo alrededor de su propia memoria, el país estaría pleno de paz del espíritu y no tendríamos las hambres dañinas de poder, de la riqueza, del dinero, de la abundancia material, es decir, las hambres que nos han separado, que nos han dañado los caminos de la legítima relación que establece la sangre.


En primer lugar, saludo y celebro las iniciativas de las familias Rodríguez, que han permanecido unidas, precisamente porque la memoria de sus viejos así lo ha determinado. Tenía yo la obligación de hacer este preámbulo, antes de enfocar mi discurso a esta primera memoria de Maximiliano Rodríguez quien nos reúne por segunda vez.


Discurso-

La figura emblemática del abuelo, a la que necesariamente asociamos el nombre de Maximiliano Rodríguez, hoy retoma el camino de la simbología. Ya no es el reciente dolor de la desaparición, no son los años de luto de sus funerales, n son los años de la nostalgia por una tumba perdida en el monte, no son los años de una espada (hablando de simbología) que soportó el silencio de la intrascendencia o del desconocimiento; se trata hoy de la glorificación de una idea que logró florecer y adornar como la más preciosa sobre la tumba ya descubierta, ya limpia, ya honrada con la señal de la historia.


A partir de estas fechas, 19 y 20 de Junio, del año del señor 2010, es histórico el nombre epónimo de Maximiliano Rodríguez para una familia que ha tenido fe en su pasado, como “La Rodriguera” en el seno sagrado de una familia que ha crecido numerosa bajo el ala bendita de una Rafaela Alvarado, que Dios conserve en vida, y bajo el recuerdo de un viejo querido como lo fue Gregorio Rodríguez Pérez… y ésta es la misma memoria de Rudelfina Meléndez y Pedro Rodríguez, de esta otra Rodriguera, de exquisita remembranza y de la que nos enorgullecimos en cada conversación y en cada encuentro familiar; memoria por estos dos viejos que viajaron juntos a su felíz eternidad, como símbolo perfecto de fidelidad matrimonial. Ya se fueron juntos para ahorrarle a los hijos una doble jornada de dolor y de ausencia.


No por casualidad, los valores familiares en juego y en ejercicio, proveen estos frutos de fidelidad al amor y al recuerdo de nuestros antepasados, de estos viejos que se dedicaron a enseñarnos quiénes éramos unos y quiénes éramos otros, quiénes éramos los primos, quiénes eran nuestros tíos, nuestras tías, y qué amor y qué respeto des debíamos. Nosotros no necesitamos de la escuela para aprender cuáles eran los valores de la justicia, de la lealtad, de la familiaridad, del buen hombre, de la honorabilidad, de quererse por encima de los desniveles económicos, o de las divergencias ideológicas, o de las fallas humanas. Éramos de la familia y eso era lo que debía defenderse frente a los extraños.


Se nos enseñaba que la sangre dolía, a pesar de nuestros temores, a pesar de nuestras cobardías, pero la lección quedaba muy en alto, y de esa forma nosotros aprendimos el valor de nuestra sangre y junto a esta lección crecía el amor y la solidaridad, primero con la familia antes que con los demás. Crecimos con un gran sentido de comunidad y por eso para nosotros es sagrada la celebración de los cumpleaños. Los cincuenta de Otilito no son una casualidad, no son un cumplido, no son un pretexto o un simple motivo de reunión. Son la desembocadura natural de este río de amor de una familia que ha crecido con los principios de aquellos viejos rudos, fuertes, inflexibles, pero amorosos con sus hogares.


Podemos recordar situaciones dolorosas, situaciones de conflicto, situaciones de despego familiar, precisamente porque crecimos con esa conciencia de las distancias a que estaban estas cosas del amor familiar. Hubo muchos corazones desgarrados, situaciones a lo mejor imperdonables, pero siempre se encontró una salida, una respuesta, en la reunión de la familia, precisamente porque existe una sagrada memoria de familia. Y este acto merece llamarse “memoria de familia”…


Lo emblemático de este encuentro es el flujo silencioso de la valoración que aprendimos de llevar el apellido. Es el cordón umbilical que nos alimenta, que nos concede propiedad y pertenencia. Crecimos haciéndonos valer por nuestras propias voluntades, nuestros propios medios, sin saber que eso se llamaba autoestima. Esto no se aprende en la escuela; se aprende en nuestros fogones, en nuestras salas o en nuestros zaguanes, nuestras primitivas cátedras de amor.


Este presupuesto, poco común, lo poseemos porque en una u otra forma, todos hemos procurado construirlo y a todos nos ha costado alguna cuota de esfuerzo… Esta maravilla de hoy y de la historia de hoy, no es una estrella caída del cielo. Es una estrella que hemos hecho entre todos desde la tierra, para sumarla al cielo.

Revisemos los caminos, enderecemos las sendas, revaloricemos nuestras obras, remocemos los viejos principios, actualicemos las grandes memorias, cumplamos con el deber de enseñar a nuestros hijos lo que nos enseñaron nuestros padres y nuestros abuelos y cumpliremos a cabalidad con las generaciones que nos siguen, por la sangre y ojalá también por los principios establecidos en el seno de la familia. Es así como se hace labor de patria: primero fortalecer la familia, reafirmar la familia, cuidar la familia, para que poseamos los frutos sanos de unos hijos maravillosos, de unos ciudadanos maravillosos y de unos patriotas maravillosos. La escuela de la patria es la familia.


Esta es una de las tantas lecturas que hacemos hoy de una espada secreta, guardada, de un abuelo en su humilde silencio de su tumba, de una familia que ha sido una escuela callada y que se construye su propia historia, con los principios de los viejos y con la fidelidad del corazón al cada día de cada generación. Esto es lo emblemático de esta celebración. Es así como se pasa de la historia al símbolo, de la humildad a la glorificación. Este es el comienzo de la trascendencia. Y la trascendencia tiene como traducción en los seres humanos aquella capacidad de realizar una obra que permanezca en el tiempo.


La glorificación, la otra fase de esta contienda de merecimiento, es el premio en el tiempo por la dedicación al bien, por la constancia en el bien, por la disciplina en el bien. Es posible que hasta ahora no le hayamos puesto conciencia a estas virtudes de la familia, pero ya son una realidad cierta. Ese trabajo ya está hecho… Lo que pasa es que las obras permanentes, las obras de todos los días, pertenecen al silencio, pertenecen a la constancia muda. Quiero decir que todo esto que vemos hoy es construcción viva de nuestros viejos. ¡Señoras, Señores!, no tenemos derecho a servir!... lo que se ve no se discute. Tenemos el compromiso de seguir, de hacer tradición con las cosas que parecen pequeñas pero que una a una hacen el edifico de la historia.


Nuestros antepasados ya trascendieron en nosotros. Así tendremos que hacer con nuestros hijos y nuestros nietos. Esta glorificación en la familia es la gran lección de permanencia, propiedad y pertenencia… Lo mismo que a nosotros nos fascinó de nuestros viejos; sus cuentos, sus aventuras, sus hazañas, eso mismo tiene que fascinar a nuestros hijos y a nuestros nietos. Tienen derecho a encantarse con nuestros cuentos, nuestras aventuras y nuestras hazañas. Esto es construir historia, esto es hacer la memoria, esto es, desde jugar inocentemente con la espada del abuelo, hasta llegar a descubrir que se tiene un héroe en la familia y que tiene el poder, la facultad, el carisma de reunirnos en familia año a año. Este es el mayor monumento, la mayor honra para la memoria de Maximiliano Rodríguez… y el ritual continúa cada 15 de agosto, como continúa la vereda limpia hacia su tumba.


Creo que esta circunstancia, aparentemente intrascendente, va fortaleciendo cada día más los lazos de la familia. Creo que estamos en la ruta cierta de construir un país. Como una gran familia. Y ésta es obra de todos y un camino que comienza cada día.

Enrique Loyo.


Videos y algunas imágenes del II Reencuentro Familiar “PRIMOS SOMOS TODOS”












































1º Video


2º Video


3º Video


4º Video

domingo, 23 de agosto de 2009

Crónica del Primazgo...

(A mis primos Rodríguez Alvarado)


Una rama felíz era aquella procesión de gente, venida de todas partes, de distintas zonas, entre las matas tristes y dispersas del café, en aquéllos abandonos de la hacienda “El Paraguay”, con los patios bien lejanos de donde estaban. No era siquiera un signo de muerte aquello, porque la muerte al menos tiene un rasgo. Entonces, digo que el abandono es más duro de sufrir que la muerte misma… pero, estoy hablando de la rama felíz, desgranándose sola por aquella vereda que pisó el abuelo Maximiliano, tantas veces como se lo permitió la ya también lejana y bellísima floresta, donde aún podemos divisar el palón.

Los discursos habían quedado allá arriba, sobre la tumba empedrada. Ahora bajábamos casi en silencio, como alucinados por aquella vibrante homilía colectiva que significaban las palabras de hijos y nietos hasta la séptima generación… yo recordaba levemente el camino que aprendí a mis 5 años, llevando la comida de los peones. La memoria se negaba hacerme felíz, después de ver aquel descalabro de mis primeros patios, donde mi papá me enseñaba la mejor ruta de la vida… Pero, estoy escribiendo sobre la rama felíz… Me acompañaba Jaime Rodríguez, a veces Dennis, mi hermano; a veces solo y bajando yo sentía que la gente seguía ascendiendo por la tostada del Torito…

Los colmenares de gente en la casa de la comadre Chela y en los alrededores. La música flotaba y las mujeres que jugaban barajas parecían estar en una gallera… una felicidad universal en todos los rostros. Yo comentaba con Manuel Guerrero la hilaridad y la hermosura de las primas venidas de todas latitudes. A Orlando, por fin, se le veía calmado, pero también alzado, felíz por sus logros. Cuestión de justicia. Pedro Rodríguez parecía un sol con sombrero de plata. A Grego se le salía la servicialidad de las manos y Cheo con la risita de siempre. Por este Día puedo decir que realmente el serio era mi ahijado Wilman. No sé qué dirán los demás. Ah Mundo! Carolina, mi bella prima, mi guardespalda en estas cuestiones de mis discursos, realmente se portó bien esta vez. Gracias, prima!.
Paula estaba quietecita por allá por el patio de la casa. Pedro Manuel, mi hermano, se había convertido prácticamente en el jefe de protocolo del acto en honor al abuelo y lo seguía siendo desde la calle que pasa frente a “La Rodriguera” Tista, el hermano Rodríguez, mayor, estaba contemplando desde su silla las miles de escenas de los recién llegados y casi amoratados por las tantas manos afectuosas que pasaron por su hombro. La Tía Josefina, con la prudencia de siempre, felíz y llorosa, cuidando los pasos de las primas de Valencia y de los primos de Maracay… y llegaba gente de caracas, de Punto Fijo, de Barquisimeto, de Guanare, de San Carlos, primos sobre primos, primas sobre primos, primos sobre primas… la gente de San Felipe, ¡Ay Sorángel, Sorángel! Probando siempre un palo, del cocuy de los primos. Era como la Dama de las Camelias en aquella reunión. Parecía que se había ganado un Bono de la Salud, Eufórica y pendiente de Manuel Herrera, su valiente marido… Gustavo Guerrero seguía siendo el mismo muchacho, famosamente preguntado por toda la gente de Maracay… Edgardo Guerrero… Llegó mucho más tarde, pero con la misma zanganada de otros tiempos. Chucho Guerrero, Irina, Amarilis y Ariadna, fascinados con ese ambiente cocuy-café y los abrazos fuertes y atronadores de los primos… El gordo de Edgardo cómo gozó, rió, y comió! etc, etc, etc…

Aquello fue un fin de semana espectacular: comidas, humo, risas, apretones cada ratico. Parece que nadie tenía tiempo de ir a orinar siquiera. La comadre Chela parecía una Divina Pastora en medio de aquella algarabía. Todas las ollas hirviendo y lo mismo las grecas de café. Los hijos e hijas de los primos eran un solo río de atenciones, de amorosidad, de servicio, de amalgama en todo aquel gran anillo de primazgo… Los vecinos parecen haber huido del pueblo. Maritza, preocupada, desde lejos asesorando a Orlando y las esposas de los otros primos Rodríguez Alvarado o Rodríguez Meléndez, ahí, codo a codo en la celebración. Su hospitalidad se apoderó del Torito.

“Primo somos todos” fue la consigna que gritó Pedro Rodríguez con una cerveza en la mano… Llegó el momento en que todos éramos jefes, como me lo dijo Jaime Rodríguez, es decir, que cada quien, cada primo, cada prima que se presentara por su propia cuenta…

Esta es la rama felíz, como la del café bien
“parío”, la que venía desgranándose desde tempranas horas… los viejos estamos paraditos por obra y gracia de estos muchachos y estas muchachas. Todos llevamos ahora un corazón nuevo… todo aquello era un alborozo, una fiesta, una quimera, un sueño del que nos va a costar regresar. Gracias, mis primos. El tiempo lo hicimos real nosotros mismos, desde la memoria lejana del abuelo y llegando hasta la risa inocente de unos niños, como Paola y las tantas miniaturas como ella que no tuvimos tiempo de conocer… Allá quedaron las palabras. Nosotros tuvimos que venirnos. La vida es así, como la rama felíz que se desgrana hasta la cosecha que viene… La fiesta continuó en La Rodriguera.


Enrique Loyo Ordaz
17 agosto 2009

Volver al Torito...

Poesía en prosa de la inspiración de Sorangel Ordáz

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Volver al Torito es volver a la vida...es agitar la sangre y purificarla con la brisa, con los intensos azules del cielo...y el maravilloso blanco de las nubes...todas las gamas de verdes bañadas de luz, en el Torito el Sol es un Rey que se engalana tres veces al día. En el Torito la laguna Lila te da la bienvenida, y el ganado parece de juguete. Respirar en el Torito, es respirar la faena de nuestros ancestros, si te quedas calladito o calladita y observas bien, podrás sentir sus pasos, oír sus voces, allí están sus huellas...me atrevería a decir, que aun están allí...yo huelo el café de mi abuela Mamá Chepita, yo escucho los sollozos del primer niño nacido en ese Paraíso. Yo veo a mi abuelo y mis tíos abuelos conversar desde las bestias. Puedo escuchar la conversa en La Perla de Falcón y al fondo, el chasquido de los granos cayendo. Puedo ver el borde del camisón mojado al sacar el agua del aljibe… Aún la trinitaria al lado de la iglesia es cuidada por mi abuela. Yo recuerdo la sala de la Rodriguera, que era graande y siempre blanca, como para mantener la pureza de pueblo. Porque si algo podemos experimentar en el Torito, es pureza. Pureza en el saludo, en la mirada tímida, en esa disposición a dar. No exagero al decir que cuando estoy en el Torito, estoy en el cielo. Estoy en el jardín del cielo. Al regreso, vengo llena de paisajes y cariño, nada más necesito para vivir. Y siento que todas y todos mis primos llegaron a sus casas abrumados de cariño. Cultivemos las flores de cariño. Reguemos el jardín cada día, en nuestros corazones y en el Torito.

Dejemos fluir la sangre emancipadora que todas y todos llevamos dentro. No temamos a dejar salir nuestra alegría y nuestra fuerza revolucionaria. La que se gestó hace muchos años, inclusive antes de Vicente Rodríguez. Vamos a despertar primas y primos, para florecer, para construir, para fortalecernos como familia…y entonces las aun andanzas de nuestros antecesores no habrán sido en vano. Nunca un esfuerzo es inútil. Bien lo demostraron ellos. Allí estará el cielo en la tierra…esperándonos cada año…como cada año alimentaron la esperanza de vernos crecer y ser felices…ellos los dieron todo…nosotros también podemos.

Sorangel Josefa Ordaz Espinoza

Orgullosamente hija de Rafael José Ordaz Rodríguez (Farito) y Ofelia Espinoza de Ordaz, nieta de Josefa (Mamá Chepita) Rodríguez de Ordaz y Rafael María Ordaz


PD: escrito enviado por correos el 18 de agosto del 2009

jueves, 20 de agosto de 2009

Videos del 15 Agosto 2009 / Homenaje a Maximiliano Rodríguez en la hacienda "El Paraguay"

A continuación un par de videos que servirán para no olvidar el pequeño pero significativo homenaje que se le rindió al abuelo Maximiliano Rodríguez (protagonista de esta web) en la hacienda “El Paraguay” sitio donde reposan sus restos.


Agradecimientos a Monseñor Jose Clemente Bozo




Primero minutos de las emotivas palabras ofrecidas por el primo Enrique Loyo




PD: disculpen la calidad y duración de los mismos, mas adelante se hará publicación de otros.


jueves, 26 de febrero de 2009

Reviviendo Nuestras Raíces Histórica

Que tal! Primos/Parientes/ Descendientes/Relacionados de esa RAIZ HISTORICA de Vicente Rodríguez y Josefita de Rodríguez, padres de MAXIMILIANO RODRIGUEZ casado con PAULA PEREZ.


En este mes de Febrero cuando se celebran los 150 años del inicio de las luchas por LA FEDERACION, iniciamos este Blog dedicado a nuestro abuelo Maximiliano Rodríguez, el cual siguiendo las ideas nacionalistas de su padre quien estuvo en esas contiendas al lado del Gral. Juan Crisóstomo Falcón, también dedico su vida en su época y lugar a continuar esos ideales.


Esta página tiene entre otros fines, descubrir, compartir y divulgar entre todos sus descendientes y amigos relacionados, esa historia como verán poco conocida y hacerla viva para que sus descendientes la conozcan y sepan de donde vienen, se sientan orgullosos de la misma. Que conozcan el sitio donde fue muerto y en donde está enterrado (casi abandonado), que aquellos ya adultos mayores, los más jóvenes y especialmente los más niños (as) se interesen en esto, que investiguen, que les pregunten a los de más edad por los datos e historias que acá hacen falta, no solo del abuelo también de la abuela que sabemos que murió en Churuguara en el año 1920. Queremos datos que sean bien fidedignos, una vez recopilados servirían para hacerle una especie de libro-historia a ellos; también nos servirán estos para elaborar la historia de los primeros fundadores de El Torito.


La idea es que este Blog se retransmita a la mayor cantidad posible, por no decir a Todos los descendientes de los RODRIGUEZ PEREZ, aquellos que tengan un correo electrónico de cualquier “primo” se le agradece encarecidamente hacérselo saber retransmitiéndoselo.


Esta página no tiene ya un “DUEÑO” es de todos estos descendientes todos “PRIMOS” en cualquier grado, por lo tanto démosle el uso para el cual fue creado, para la HISTORIA, para la UNION FAMILIAR, para COMPARTIR, para la AMISTAD, para la SOLIDARIDAD, para el COMPROMISO y SENTIDO de PERTENENCIA de este lugar, para recuperar la tumba del Abuelo y poder decir que está descansando en PAZ. Los descendientes Rodríguez Meléndez en los años 80, entre ellos mandaron a elaborar una lapida de granito y una cruz metálica que es lo que actualmente existe en dicha tumba.


Existen ya entre nosotros muchas ideas y proyectos en mente, para realizar en este sitio por demás histórico, que sería mejor anunciarlos y dar a conocerlos a todos, cuando se vea qué tanta aceptación y acogida se ha logrado entre los descendientes. Así es que comencemos a manifestar la aceptación contestando a este Blog o cualquier e-mail de cualquiera de nosotros, dándonos no solo la opinión sobre la idea sino también lo que tu sepas o le preguntes a tus padres, hermanos abuelos, tíos, primos o a cualquier persona mayor relacionada que te pueda aportar algún dato o información; no olvides al contestar identificarte bien con tu nombre, el de tus padres, y de cuál de las ramas de los Rodríguez Pérez desciendes, es decir: Pedro Rodríguez P, Gumersindo Rodríguez P, Josefita Rodríguez P, Gregorio Rodríguez P. Aceptamos sugerencias.

Un saludo con un abrazo fraternal


Orlando Rodríguez Alvarado. (orleans31@gmail.com ) descendiente de Gregorio Rodríguez P.

José Rafael Rodríguez Hernández. (panzervolksgrenadier@hotmail.com) descendiente de José Rodríguez A. - Gregorio Rodríguez P